En palabras del propio músico, un día García le pidió prestado un pequeño teclado de marca Casio, que tenía “teclas mini” y Pedro utilizaba para componer y tocar durante las giras y viajes, al que también definió como su “chiche amado“. Aznar accedió pero con un único requisito claro.
“Me pidió el Casio y yo temblé -recuerda el artista durante la entrevista ante la solicitud de su amigo-. Dije: ‘ay, ay, ay, Carlitos… Con una condición: ¿Me jurás que no lo pintás?‘”. Pedro terminó cediendo el instrumento y Charly, como no podía ser de otra forma, estuvo de acuerdo y le respondió: “¡Por supuesto!”.
Al final, lo que Pedró temía finalmente se volvió realidad: cuando volvió por su teclado, Charly lo había llenado de pintura. “Lo fui a buscar dos semanas después y era un Picasso“, dice Pedro en la charla radial. Aun así, y lejos de enojarse, el músico menciona que lo tomó con humor e incluso al día de hoy sigue guardando ese teclado “como un tesoro”.